La aurora arrulla el recuerdo
Y resplandece tu cuerpo:
El valle germinal de tu frente,
Estanque lunar de mis besos primigenios;
Tu nariz, arroyo de astromelias o rosas pregoneras
De regurgitado cieno y acunada miel;
El manantial candente de tu boca,
Donde emanan mis sueños y temores:
De polen tus senos, arrecifes de amor humedecido,
O frutas de azúcar y perlas
Para la comunión más sincera;
Me resbalo y navego en el caracol de tu vientre bendito,
Templo donde el agua y el tiempo siempre duermen;
Tu cintura es la luna llena abrazando el universo;
Tus piernas las arenas movedizas de mi piel
Que te reclama en la resurrección de nuestros cuerpos;
Son tus dedos de fuego
Quienes me hacen prisionero
En el espiral encendido de tu ser;
Allí donde reposa el enigma de lo eterno,
Donde el día se conjuga con la noche,
Allí donde la vida se prolonga al infinito,
Allí donde vivo y muero cada instante.
Y resplandece tu cuerpo:
El valle germinal de tu frente,
Estanque lunar de mis besos primigenios;
Tu nariz, arroyo de astromelias o rosas pregoneras
De regurgitado cieno y acunada miel;
El manantial candente de tu boca,
Donde emanan mis sueños y temores:
De polen tus senos, arrecifes de amor humedecido,
O frutas de azúcar y perlas
Para la comunión más sincera;
Me resbalo y navego en el caracol de tu vientre bendito,
Templo donde el agua y el tiempo siempre duermen;
Tu cintura es la luna llena abrazando el universo;
Tus piernas las arenas movedizas de mi piel
Que te reclama en la resurrección de nuestros cuerpos;
Son tus dedos de fuego
Quienes me hacen prisionero
En el espiral encendido de tu ser;
Allí donde reposa el enigma de lo eterno,
Donde el día se conjuga con la noche,
Allí donde la vida se prolonga al infinito,
Allí donde vivo y muero cada instante.
RAÚL ROVIRA
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