Tus piernas sostienen la utopía y la esperanza,
semejan la sonrisa de un colibrí enamorado
acechando la luna de diciembre,
cada segundo palpitan
para desprenderse del agua y la luz,
tus piernas subvierten el orden establecido, la paz y la justicia,
cuando una multitud sin pronunciar palabra alguna
las sigue y se postra ante sus designios,
tienen la plenitud del relámpago
y la precisión del abismo,
si se yerguen como ofrenda celestial
el universo señala un nuevo rumbo,
la vida recobra su memoria
y el sol pestañea confundido,
tus piernas encarnan el dulce pecado,
y como una rosa de lava quemante,
florecen siempre entre mis labios,
las cambio por todos mis sueños.
Raúl Rovira
QUE PRECIOSURA
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